Carta de Ivanov al camarada Stalin
Al Camarada Stalin
de parte de Ivanov, propagandista
titular del Comité de Sector de la
Juventud Comunista Leninista de la URSS
en Manturov (región de Kursk).
Estimado camarada Stalin,
Le ruego encarecidamente de aclararme la siguiente cuestión:
Aquí
donde me encuentro, así como en el Comité regional de la Juventud
Comunista, existen dos maneras de concebir la victoria definitiva del
socialismo en nuestro país, o más bien se confunde el primer grupo de
contradicciones con el segundo. En las obras de usted sobre el destino
del socialismo en la Unión Soviética se habla de dos grupos de
contradicciones: las internas y las externas.
En
cuanto al primer grupo de contradicciones está claro que las hemos
resuelto: el socialismo en el interior del país ha triunfado.
Quisiera
tener una respuesta acerca del segundo grupo de contradicciones, es
decir, las que existen entre el país del socialismo y los países
capitalistas. Usted señala que la victoria definitiva del socialismo
significa la solución de las contradicciones externas, la completa
garantía contra la intervención, y por consecuencia, contra la
instauración del capitalismo. Sin embargo, este grupo de contradicciones
puede ser resulto solamente mediante los esfuerzos de los obreros de
todos los países.
También
el camarada Lenin nos enseñaba que “se puede vencer definitivamente
sólo a escala mundial, sólo mediante los esfuerzos unidos de los obreros
de todos los países”.
En
el curso de propagandistas titulares en el Comité regional de la
Juventud Comunista de la URSS yo dije, basándome en las obras suyas, que
la victoria del socialismo puede ser definitiva solamente a escala
mundial; pero los militantes del Comité regional, Urogenko (primer
secretario del Comité regional de la Juventud Comunista) y Kazelkcov
(instructor de propaganda) califican mi intervención de “salida
trotskista”...
Les
mostré las citas de sus obras sobre esta cuestión pero Urogenko me dijo
que cerrara el libro, afirmando que “eso lo decía el compañero Stalin
en 1926, pero ahora estamos en el 1938; que en aquel momento no teníamos
todavía la victoria definitiva, mientras ahora sí la tenemos, que no se
trata de estar pensando ahora en la intervención y en la restauración”.
Además me dice: “Nosotros tenemos ahora la victoria definitiva del
socialismo y tenemos la total garantía contra la intervención y contra
la restauración del capitalismo”. De esta forma me han considerado
cómplice del trotskismo, me han sacado del trabajo de propaganda y han
puesto en cuestionamiento mi permanencia en la Juventud Comunista.
Le
ruego, camarada Stalin, que me explique si tenemos la victoria
definitiva del socialismo o si todavía no la tenemos. ¿Puede ser que yo
no haya encontrado la documentación de actualidad complementaria sobre
esta cuestión en relación a algún cambio reciente?
Yo
considero que la declaración de Urogenko es antibolchevique,
sosteniendo que las obras de Stalin sobre esta cuestión ya están un poco
envejecidas. ¿Puede ser que los militantes del Comité regional hayan
tenido razón en considerarme trotskista? Esto me molesta mucho y me
ofende.
Le ruego, camarada Stalin, que se permita responderme a esta dirección:
Iván Filippovich Ivanov,
Soviet de la aldea Pervi Zassiem,
Distrito de Manturov,
Región de Kursk.
18-1-38
Firmado: Ivanov.
Carta de Stalin al camarada Ivanov.
Al camarada Iván Filippovic Ivanov,
La
razón la tiene usted desde luego y son sus adversarios ideológicos, es
decir los camaradas Urogenko y Kazelkov, quienes se han equivocado. Y
esto por qué.
Está
fuera de dudas de que la cuestión de la victoria del socialismo en un
solo país, es este caso el nuestro, tiene dos aspectos diferentes.
El
primer aspecto de la cuestión de la victoria del socialismo en nuestro
país abarca el problema de las relaciones entre las clases en el
interior del país. Esto es en el campo de las relaciones internas.
¿Puede la clase obrera de nuestro país superar las contradicciones con
nuestros campesinos y establecer con ellos una alianza, una
colaboración? ¿Puede la clase obrera de nuestro país, en alianza con los
campesinos, derrotar a la burguesía de nuestro país, arrebatarle la
tierra, las oficinas, las minas, etc., y construir una sociedad
socialista completa?
Estos son los problemas ligados al primer aspecto de la cuestión de la victoria del socialismo en nuestro país.
El leninismo responde a estas preguntas afirmativamente.
Lenin
enseña que “nosotros tenemos todo lo necesario para la edificación de
una sociedad socialista completa”. Nosotros podemos y debemos por lo
tanto, con nuestras propias fuerzas, vencer nuestra burguesía y
construir la sociedad socialista. Trotski, Zinoviev, Kamenev y
caballeros similares, que se convirtieron más tarde en espías y agentes
del fascismo, negaban la posibilidad de edificar el socialismo en
nuestro país sin que antes la revolución socialista haya vencido en los
otros países, en los países capitalistas. Estos caballeros, en
sustancia, querían reconducir nuestro país hacia atrás en la vía del
desarrollo burgués, cubriendo su apostasía con falsos argumentos sobre
la “victoria de la revolución” en otros países. Ha sido precisamente
sobre este punto en el que se han desarrollado las discusiones en
nuestro partido durante estos días. La sucesiva marcha del desarrollo de
nuestro país ha demostrado que el Partido tenía razón, y que Trotski y
compañía estaban equivocados.
De
hecho, mientras tanto, hemos sido capaces de liquidar nuestra
burguesía, de establecer una colaboración fraternal con los campesinos y
construir, en lo esencial, la sociedad socialista, aunque la revolución
socialista no haya vencido en los otros países.
Esto es lo que respecta en cuanto al primer aspecto de la cuestión de la victoria del socialismo en nuestro país.
Yo
pienso, camarada Ivanov, que su controversia con los camaradas Urogenko
y Kazelkov no se refiera a este aspecto de la cuestión.
El
segundo aspecto sobre la cuestión de la victoria del socialismo en
nuestro país abarca el problema de las relaciones de nuestro país con
los otros países, con los países capitalistas, el problema de las
relaciones de la clase obrera de nuestro país con la burguesía de los
otros países. Esto se da en el campo de las relaciones exteriores
internacionales.
¿Puede
el socialismo en un país que está rodeado por potentes países
capitalistas considerarse completamente libre del peligro de una
invasión armada (intervención) y, por consecuencia, del intento de
restauración del capitalismo en nuestro país? ¿Pueden nuestra clase
obrera y nuestros campesinos con sus propias fuerzas, sin una ayuda
seria de la clase obrera en los países capitalistas, vencer la burguesía
de los otros países, así como han vencido la propia burguesía? En otras
palabras: ¿se puede considerar la victoria del socialismo en nuestro
país definitiva, es decir, libre del peligro de una agresión militar y
de intentos de restauración del capitalismo, mientras la victoria del
socialismo existe en un solo país y mientras continúe existiendo el
asedio capitalista?
Estos
son los problemas que se asocian al segundo aspecto de la cuestión de
la victoria del socialismo en nuestro país. El leninismo responde a
estos problemas negativamente. El leninismo enseña que la victoria
definitiva del socialismo en el sentido de una plena garantía contra la
restauración de las relaciones burguesas es posible solamente a escala
internacional (ver la conocida resolución de la 14ª conferencia del
Partido Comunista de la URSS). Eso significa que la ayuda comprometida
del proletariado internacional es esa fuerza sin la cual no se puede
resolver el problema de la victoria definitiva del socialismo en un solo
país. Esto no significa naturalmente que nosotros debamos quedarnos con
los brazos cruzados esperando una ayuda desde fuera. Al contrario, la
ayuda del proletariado internacional debe ser conjunta con nuestro
trabajo en el fortalecimiento del Ejército Rojo y de la Flota Roja para
la movilización de todo el país en la lucha contra la agresión militar
en los intentos de restauración de las relaciones burguesas.
Aquí tenemos lo que dice Lenin a propósito:
“Nosotros
vivimos no solamente en un Estado, sino en un sistema de Estados, y la
existencia de la República Soviética al lado de los otros Estados
imperialistas por un período de tiempo no es concebible. Al final, el
uno o el otro vencerá. Esto significa que la clase dominante, el
proletariado, si quiere dominar y dominará, debe demostrarlo, también
con su organización militar” (tomo 24 pág, 122, Ed. en ruso).
Y más adelante:
“Nosotros
estamos rodeados de hombres, de clases, de gobiernos que declaran
abiertamente su odio contra nosotros. Nosotros tenemos que recordar que
estamos siempre a un pelo de una invasión” (tomo 27, pág. 117).
Esto está dicho con agudeza y con fuerza, pero también honestamente y llanamente, sin adornos, como sabía hablar Lenin.
Sobre la base de estas premisas, en las Cuestiones del Leninismo de Stalin se dice:
“La
victoria definitiva del Socialismo es la plena garantía contra los
intentos de intervención, y por lo tanto de restauración, ya que un
intento de restauración puede tener lugar solamente con un serio apoyo
desde afuera, solo con el apoyo del capital internacional. Por eso, el
sostén de nuestra revolución por parte de los obreros de todos los
países, y con mayor razón el triunfo de estos obreros, aunque solo sea
en unos cuantos países, es la condición necesaria para la plena garantía
del primer paso victorioso contra los intentos de intervención y de
restauración, la condición necesaria para la victoria definitiva del
Socialismo” (Cuestiones del Leninismo, 1937, pág. 134).
En
realidad sería ridículo y tonto cerrar los ojos sobre el hecho del
asedio capitalista y pensar que nuestros enemigos externos, por ejemplo
los fascistas, no buscarán la ocasión de llevar a cabo una agresión
armada contra la URSS. Pueden pensar así solamente los ciegos
fanfarrones y los enemigos escondidos, que quieren adormecer al pueblo.
No sería menos ridículo negar que en el caso de que una intervención
militar tenga un mínimo de éxito, los intervencionistas tratarían en las
zonas ocupadas por ellos de destruir el régimen soviético y de
restaurar el régimen burgués. ¿Acaso Denikin y Kolchak no restauraron el
régimen burgués en las zonas que ocuparon? ¿En qué son mejores los
fascistas que Denikin y Kolchak? Negar el peligro de una intervención
militar y los intentos de restauración mientras exista un cerco
capitalista, solo lo pueden hacer los enredadores y los enemigos
escondidos que quieren esconder con fanfarronerías la propia hostilidad o
que tratan de desmovilizar al pueblo. ¿Pero es posible considerar la
victoria del socialismo en un solo país definitiva si este país tiene
alrededor un cerco capitalista y que ésta esté garantizada plenamente
contra la amenaza de una intervención y de restauración? Está claro que
no es posible.
Esta es la situación con respecto a la cuestión de la victoria del socialismo en un solo país.
Se deduce que esta cuestión contiene dos problemas diferentes:
a)
el problema de las relaciones internas de nuestro país, o sea, el
problema de la victoria sobre nuestra burguesía y la edificación del
socialismo integral;
b) el
problema de las relaciones externas de nuestro país, o sea, el problema
de la plena garantía de nuestro país contra los peligros de una
intervención militar y de restauración.
El
primer problema ya ha sido resuelto, ya que nuestra burguesía se ha
liquidado y el socialismo se ha ya edificado esencialmente. A esto lo
llamamos victoria del socialismo o, más exactamente, victoria de la
edificación socialista en un solo país. Nosotros podríamos decir que
nuestra victoria es definitiva si nuestro país estuviera en una isla y
si alrededor de él no hubiera numerosos países, países capitalistas. Y
debido a que no vivimos en una isla sino en un “sistema de estados” del
cual una parte considerable es hostil al país del socialismo, creando
así el peligro de una intervención y una restauración, nosotros decimos
que abiertamente y honestamente que la victoria del socialismo en
nuestro país no es todavía definitiva. De aquí se deduce que el segundo
problema no está todavía resuelto y que hará falta resolverlo. Más aún:
no es posible resolver el segundo problema de la misma forma en el cual
se ha resuelto el primer problema, o sea, mediante los esfuerzos únicos
de nuestro país.
El
segundo problema se puede resolver mediante la unión de los esfuerzos
serios del proletariado internacional con los esfuerzos todavía más
serios de todo nuestro pueblo soviético. Es necesario afianzar y
consolidar los lazos proletarios internacionales de la clase obrera de
la URSS con la clase obrera de los países burgueses, es necesario
organizar la ayuda política de la clase obrera de los países burgueses a
la clase obrera de nuestro país en caso de una agresión militar contra
nuestro país, así como es necesario organizar cualquier tipo de ayuda de
la clase obrera de nuestro país a la clase obrera de los países
burgueses; se necesita reforzar y consolidar con todos los medios
nuestro Ejército Rojo, nuestra Flota Roja, nuestra Aviación Roja,
nuestra Sociedad de apoyo a la defensa aeroquímica. Se necesita que todo
nuestro pueblo esté en estado de movilización para que esté listo a
hacer frente al peligro de una agresión militar, para que “ninguna
casualidad” y ninguna maniobra de nuestros enemigos externos nos puedan
agarrar por sorpresa.
De
su carta resulta que el camarada Urogenko tiene otro punto de vista, no
del todo leninista. Él, de hecho, afirma que “nosotros tenemos ahora la
victoria definitiva del socialismo y tenemos la plena garantía contra
la intervención y contra la restauración del capitalismo”. Que no le
quepa la duda de que el camarada Urogenko está completamente equivocado.
Una afirmación semejante como la del camarada Urogenko solamente se
puede explicar con la incomprensión de la realidad que nos rodea y con
la ignorancia de los principios elementales del leninismo, o bien con la
estéril jactancia de un joven burócrata enamorado de su persona. ¿Si
realmente “tenemos la plena garantía contra la restauración del
capitalismo” tenemos necesidad de un potente Ejército Rojo, de una
Aviación Roja, de una potente Sociedad de apoyo de la defensa
aeroquímica, del afianzamiento y de la consolidación de los lazos
proletarios internacionales? ¿No sería mejor utilizar los billones que
gastamos en fortalecer el Ejército Rojo en otros objetivos y reducir al
mínimo el Ejército Rojo o incluso disolverlo totalmente? Personas como
el camarada Urogenko a pesar de que subjetivamente están entregados a
nuestra causa, objetivamente son peligrosos para nuestra causa, ya que
con su jactancia, voluntariamente o involuntariamente (es lo mismo)
adormecen a nuestro pueblo, desmovilizan los obreros y los campesinos y
ayudan a los enemigos a agarrarnos por sorpresa en el caso de
complicaciones internacionales.
En
cuanto al hecho, camarada Ivanov, que por lo que parece “lo han sacado
del trabajo de propaganda y le han puesto la cuestión de su permanencia
en la Juventud Comunista” no se debe preocupar. Si los hombres del
Comité regional de la Juventud Comunista quieren realmente parecerse al
suboficial Priscibeiev, el conocido personaje de Chejov, podemos estar
seguros que perderán. En nuestro país los Priscibeiev no gustan.
Ahora
puede juzgar si ha envejecido el conocido fragmento del libro
“Cuestiones del leninismo”, a propósito de la victoria del socialismo en
un solo país. Quisiera yo mismo que envejeciera, para que en el mundo
no hubiera cosas tan desagradables como el cerco capitalista, el peligro
de una agresión armada, el peligro de la restauración del capitalismo, y
otras por el estilo. Pero desgraciadamente estas cosas desagradables
continúan existiendo.
STALIN
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