sábado, 15 de marzo de 2008

El Maestro Lenin habla sobre los "progres" y "hippies" de su epoca


Me han contado que en las veladas de lectura y discusión que se organizan para las camaradas son objeto de preferente atención el problema sexual y el problema del matrimonio, y que sobre estos temas versa principalmente el interés y la labor de enseñanza y de cultura políticas. Cuando me lo dijeron, no quería dar crédito a mis oídos. El primer Estado de la dictadura proletaria lucha contra los contrarrevolucionarios del mundo entero. La misma situación de Alemania reclama la más intensa concentración de todas las fuerzas proletarias, revolucionarias, para cortar los avances cada vez mayores de la contrarrevolución. ¡Y he aquí que las camaradas activas se ponen a discutir el problema sexual y el problema de las formas de matrimonio ‘en el pasado, el presente y el porvenir’! Creen que su deber más apremiante en esta hora es ilustrar a las proletarias acerca de esto.


Se me dice que la publicación más leída es un folleto de una joven camarada vienesa sobre la cuestión sexual. ¡Valiente mamarrachada! Lo que hay de justo en ese folleto hace ya mucho tiempo que los obreros pudieron leerlo en Bebel. Pero no en un estilo aburrido, pétreo y esquemático como el del folleto, sino en un estilo de agitación y de ofensiva contra la sociedad burguesa. Recurrí a la hipótesis de Freud; podrá parecer ‘culto’ y hasta pasar por ciencia, pero no es más que una estupidez de profanos. La teoría freudiana es hoy una fantasía de moda. Yo miro con desconfianza las teorías sexuales expuestas en artículos, ensayos, folletos, etc., en una palabra, de esa literatura específica que crece con exuberancia en los estercoleros de la sociedad burguesa. Desconfío de los que insistente y constantemente sólo saber mirar el problema sexual como el fakir hindú que no hace más que contemplar su ombligo.

Me parece que esa exuberancia de teorías sexuales, que en su mayor parte no son sino hipótesis y no pocas veces hipótesis arbitrarias, brota de necesidades personales. Brota precisamente de la necesidad de justificar ante la moral burguesa, implorando tolerancia, las aberraciones de la propia vida sexual anómala o hipertrofiada. A mí me repugna tanto el respeto hipócrita a la moral burguesa como ese constante escarbar en los problemas sexuales. Por muy rebelde y revolucionaria que aparente ser esta ocupación, en definitiva es eminentemente burguesa. Es una ocupación favorita de los intelectuales y de los sectores afines a ellos. En el Partido, entre el proletariado con conciencia de clase y combativo, no tienen nada que hacer esas cuestiones.

Lenin, entrevistado por Clara Zetkin en Recuerdos sobre Lenin

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