Iniciado el debate sobre la situación política se estima que el acontecimiento más importante, desde la última reunión del Comité Central, es el ascenso del movimiento de masas en el mundo árabe.
Este auge se ha visto evidenciado por el derrocamiento de los regímenes de Túnez y Egipto, mercenarios del imperialismo. Esto ha propiciado, a su vez, el incremento de las protestas masivas que hemos presenciado en varias naciones árabes contra los regímenes vinculados al imperialismo. El movimiento de liberación nacional árabe, que actualmente ocupa un lugar prominente en el movimiento de liberación antiimperialista internacional – como ya predijo el undécimo congreso del Partido Comunista Sirio -, está viviendo un ascenso significante.
Tras la derrota del imperialismo estadounidense en suelo iraquí, y el fracaso en 2006 de la agresión sionista en Líbano, las masas han derrocado a los dos símbolos del imperialismo en Túnez y Egipto. Las revolución de Túnez y Egipto, a pesar de las diferencias creadas por la singularidad de sus respectivas circunstancias, han derribado dos regímenes cuya lealtad y obediencia al imperialismo, y sus fuertes vínculos con el sionismo, eran más que palpables. A su vez, los derrocamientos han servido para evidenciar la naturaleza tiránica de estos regímenes; realidad oculta bajo unas instituciones que pretendían dar una sensación de aparente normalidad.
Por otra parte, es pertinente recordar que estas dictaduras habían implantado las recetas neoliberales dictadas por los centros imperialistas, reflejadas básicamente en el llamado ES Washington; a través de la política de puertas abiertas a la actividad monopolista basada en capital extranjero y la privatización de los principales puntos económicos, la reducción del papel social del Estado y el severo golpe a la producción nacional por medio de la eliminación del apoyo estatal. Estos hechos han llevado a un dramático descenso en las condiciones de vida de la mayoría de la sociedad – clases medias incluidas -, un incremento de la polarización social y la intensificación del desempleo, especialmente entre el sector juvenil de la población, medidas hostiles a los intereses del pueblo y aplicadas gracias a la contribución del burgués colaboracionista, estrechamente asociado con los monopolios y el imperialismo, de sus representantes en el poder y del aparato del Estado.
Debido a estos factores, las revoluciones egipcia y tunecina han cobrado un carácter democrático, clasista, social y de liberación nacional. Nuestro partido ha respaldado desde el primer momento estas revoluciones por su importancia en el fortalecimiento de las posiciones antiimperialistas y revolucionarias a nivel internacional. Para nosotros, los acontecimientos de Túnez y Egipto son una de las primeras expresiones del creciente movimiento de masas en el siglo veintiuno.
El imperialismo internacional unido al sionismo y a la reacción local buscan un contra-ataque que dificulte, y a la postre destruya, el progreso del movimiento de liberación nacional árabe. En este sentido, la brutal agresión imperialista por parte de la OTAN contra Libia constituye su manifestación más peligrosa en nuestra zona. Ataque que usa hábiles estratagemas como las resoluciones del Consejo de Seguridad, la Liga Árabe y la contribución simbólica de los regímenes árabes reaccionarios a esta guerra de agresión imperialista. La condena de nuestro partido y del movimiento comunista internacional, por esta agresión, no significa que pasemos por alto la actuación del régimen dictatorial libio, cuyos lazos y relaciones con los elementos más sucios del imperialismo monopolista son más que palpables desde comienzos de siglo. No obstante, las pretensiones del imperialismo mundial y el sionismo están claras, a pesar de retóricas vacías y endebles pretextos como “proteger a los civiles”.
Con esta guerra, el poder internacional sólo pretende dividir un país de gran riqueza petrolífera para así controlarlo fácilmente. Esta estrategia forma parte de un proyecto de mayor envergadura: la creación de un nuevo Oriente Medio en versión amplificada. Bajo este plan se esconden los deseos últimos del imperialismo y el sionismo: la esclavitud y total sometimiento de los pueblos de la región. Por esta razón, quienes están a favor de la libertad tanto en los países árabes como en el resto del mundo han de condenar esta brutal agresión imperialista y luchar contra ella por todos los medios posibles.
La campaña multilateral contra la resistencia nacional libanesa, perpetrada por diversos grupos leales al imperialismo, es ahora protagonista en este conflicto. La reacción árabe trabaja en la misma dirección, insuflando consignas sectarias en el seno de la revuelta. Esta peligrosa arma sólo sirve a los intereses del imperialismo global y a las fuerzas racistas y reaccionarias del Estado sionista.
Con el mismo propósito, la conspiración imperialista fija en Siria otro de sus objetivos. La amenaza imperial-sionista tiene muchos rostros, y trabaja codo con codo junto a los regímenes árabes reaccionarios, cuyos medios de comunicación son extremadamente eficaces a la hora de distorsionar la realidad y servir a los intereses de las potencias imperialistas. Siria es el principal obstáculo para la creación de ese nuevo Oriente Medio amplificado. Por todos es conocido el destacado papel de nuestra nación en el apoyo a los movimientos de resistencia contra el imperialismo y el sionismo en la zona.
La administración detuvo las violentas manifestaciones que tuvieron lugar en varias ciudades de Siria, especialmente los desafortunados incidentes de Dara. El 18 de marzo se produjeron diversos enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad y ciudadanos que alzaban sus reivindicaciones. Lo apremiante de sus exigencias era la puesta en libertad de algunos chicos que habían sido arrestados por la ley marcial instaurada por el estado de emergencia. El desarrollo de estos choques entre manifestantes y fuerzas represivas trajo nuevos lemas y una mayor presencia en las movilizaciones que se produjeron en puestos de la administración y la seguridad en la provincia. El recrudecimiento de la represión empleada por parte de las autoridades para dispersar a la multitud dejó varios muertos y multitud de heridos. Esto hizo que el rechazo y la tensión se extendieran, propiciando nuevos disturbios. La prensa oficial informó de la creación de una comisión para la investigación de esos sucesos y de la liberación de los jóvenes detenidos.
Desde un primer momento, las fuerzas reaccionarias han intentado desvirtuar las reivindicaciones populares introduciendo sus mensajes sectarios. La confusión y la manipulación son las bases de su estrategia, que intenta aprovecharse del descontento general causado por los recientes acontecimientos. Sus eslóganes, que mezclan la lucha por la democracia con reivindicaciones sectarias y provocativas, se dirigen principalmente contra el espíritu secular y tolerante que ha distinguido históricamente a la sociedad Siria.
Los centros imperialistas y los regímenes árabes reaccionarios son conscientes de la importancia de los medios de comunicación. De este modo, han usado todo su arsenal propagandístico para difamar y distorsionar los últimos acontecimientos ocurridos en Siria. Sus mentiras son siempre reproducidas por fuentes no fiables que nada significan para los ciudadanos sirios. Desafortunadamente, los medios de comunicación oficiales no han sabido estar a la altura de las circunstancias en un momento tan decisivo. En el contexto actual, deberían de haber sido fidedignos, y no propagar la mentira. Una correcta actuación de los medios de comunicación habría fortalecido la confianza y la fuerza necesarias para desbaratar el plan urdido por el imperial-sionismo.
El Comité Central pone de manifiesto:
- Su respaldo a las decisiones y directrices de la dirección del Partido Socialista Árabe Baaz, cuyas acertadas propuestas en el plano político lo sitúan en la vanguardia del conflicto. La supresión del estado de emergencia y la ley marcial, el proyecto de borrador de una nueva ley de partidos para debate general y la modificación de la ley de publicaciones son reivindicaciones que ya había expuesto el Partido Comunista de Siria tanto en sus documentos políticos, como en las resoluciones de su undécimo congreso. Nuestro partido comparte las reivindicaciones y considera crucial su implantación para el rápido fortalecimiento de la situación interna.
- Que se satisface por la decisión de modificar la ley 41 de 2004, cuyo contenido incidía en las propiedades de las áreas fronterizas. A su vez, celebra el anuncio de una subida gradual de los salarios de funcionarios públicos, empleados y jubilados.
- Que considera oportuna la revisión de ciertas leyes que, por su orientación neoliberal, han contribuido a desestabilizar la producción nacional y el debilitamiento del sector público, dando lugar al empeoramiento de las condiciones de vida de las masas. Estas leyes sólo han dado beneficios a los grupos explotadores y, más en particular, a la burguesía colaboracionista.
- Que juzga imprescindible parar estas medidas liberales, pues son dañinas para la producción nacional y el estado de las masas obreras. En lugar de ello, el gobierno habría de tomar medidas para mejorar la situación económica del país y satisfacer las demandas de los trabajadores, campesinos, precarios y funcionarios públicos que encarnan el honorable espíritu del pueblo Sirio.
- Que valora la importancia de centrarse en las áreas de producción para mejorar la situación actual. En este sentido, el apoyo a la agricultura sería clave para reestablecer y fortalecer la producción de alimentos. El apoyo a la industria nacional, sin ningún tipo de injerencia extranjera, y el énfasis en el sector público traerían un verdadero progreso al país. Por ejemplo, la Ley de electricidad debería ser modificada, llevándose a cabo una nacionalización de este sector económico vital por parte del estado. Del mismo modo, la Ley de telecomunicaciones debería ser re-escrita a fin de prevenir la entrada de monopolios. Es necesario que todos los establecimientos gubernamentales sufragados con capital privado sean nacionalizados de nuevo. Por último, es imprescindible abandonar la liberalización de los precios, dando un papel activo al estado en este campo y reestructurando el Ministerio de Reservas y Comercio Interno.
- Que considera que, para revitalizar la economía, debe incrementarse la inversión estatal para mejorar la capacidad productiva nacional. En ningún caso debe cometerse el error de confiar en la entrada de capitales foráneos en el país. En este sentido es importante volver a una política de explotación – extracción y comercio – nacional del crudo. Por otra parte, resulta indispensable reforzar las permanentes campañas contra la corrupción, para así detener al burgués colaboracionista que, aliado con la burguesía burocrática, pretende saquear tanto al estado como al pueblo. En lo que respecta a esto, la expansión de las libertades democráticas juegan un papel significativo, pues todos estos procesos harán que el trabajo contra la corrupción sea más eficaz.
- Que apuesta por estas medidas en el plano socio-económico para regenerar nuestra nación y extirpar a las resentidas manzanas podridas que crecen en nuestro suelo. Esto aumentará la honorable firmeza de nuestro pueblo frente a la conspiración de los enemigos extranjeros y demostrará que nuestro principal soporte es el pueblo
- Recalca la predisposición del Partido Comunista Sirio para trabajar con todas sus fuerzas en el fortalecimiento de las masas y la resistencia nacional en todas sus expresiones: política, económica y social. Nuestro lema fue y seguirá siendo: ¡Siria no vivirá arrodillada!
La quiebra de diversas economías nacionales y las posteriores medidas de rescate dictadas por el poder capitalista no han finalizado; tras Grecia e Irlanda, ahora es el turno de Portugal. El Comité Central sostiene que en estas circunstancias es necesario incrementar la solidaridad internacionalista y la aplicación del gran lema: “Por un frente internacional contra el imperialismo”.
Comité Central del Partido Comunista de Siria.
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